De tal palo, tal astilla
NUNCA ES TARDE para soñar y volver a empezar. Si no, pregúntele al Director Superior II José Cojulún, quien a los 77 años de edad está desarrollando un próspero negocio Melaleuca. A su lado, desde el principio, ha estado su hijo, el Director Superior IV Rafael Cojulún. A José y a Rafael los une no solo la misma sangre, sino también su pasión por Melaleuca. Juntos, padre e hijo están acercándose a sus metas, ayudando a otras personas y estableciendo un negocio para toda la vida.
Como quien no quiere la cosa
Cuando el Director Superior VII Patricio Velasco invitó a José a escuchar una presentación de Melaleuca, este aceptó con cierta renuencia. Pensaba que se trataba de una de las empresas multinivel que le habían hecho perder dinero y amigos. Pero tras escuchar la presentación Promoviendo el Bienestar, José se dio cuenta de que no tenía nada que perder, sino mucho que ganar. Decidió emprender un negocio Melaleuca y al día siguiente inscribió a su primer cliente: su hijo Rafael.
Al principio, Melaleuca no fue más que un plan de respaldo tanto para José como para Rafael, ya que en aquel entonces estaban enfocados en sus negocios tradicionales: José tenía una oficina de seguros e inversiones, y Rafael una oficina de servicios legales para inmigrantes.
“Decidí dedicarme a Melaleuca en el poco tiempo que tenía disponible”, cuenta José. “Lo fui haciendo como quien no quiere la cosa”.
Sin embargo, las vueltas de la vida hicieron que para José y Rafael Melaleuca llegara a ser mucho más que un negocio suplementario. En medio de la inestabilidad económica reinante, Melaleuca se ha convertido para ellos en su fuente principal de ingresos, en el vehículo con el que están saliendo adelante, en una nueva oportunidad de alcanzar sus sueños.
Quemar las naves
“En los últimos años mi negocio tradicional había decaído considerablemente, al extremo que mis ingresos se redujeron a la mitad de la noche a la mañana”, recuerda Rafael. “Ahí me di cuenta de que tenía que aprovechar la oportunidad de Melaleuca. Finalmente mi oficina desapareció, pero a veces necesitamos que se nos presenten situaciones así en la vida para ‘quemar las naves’ y salir adelante”.
A principios de 2011, Rafael y su esposa Liza comenzaron a tomar en serio su negocio Melaleuca y, trabajando a medio tiempo, poco a poco encontraron líderes que han fortalecido su organización. Al comenzar este año, Rafael decidió dedicarse a su negocio Melaleuca a tiempo completo y en cinco meses sus ingresos mensuales crecieron de $829 a $6,212.
“Vi todo lo que estaba haciendo mi hijo, cómo se puso a trabajar fuerte, y eso me motivó”, cuenta José. “Como mi negocio de seguros había decaído, me dije que era hora de retirarme y dedicarme 100 por ciento a Melaleuca”.
En los últimos meses, los negocios Melaleuca de José y Rafael han crecido como nunca antes. En febrero y marzo de este año, Rafael avanzó cinco estatus hasta llegar a Director Superior IV y ganó $14,621 en los últimos tres meses. José, por su parte, avanzó ocho estatus en dos meses hasta llegar a Director Superior II y recibió un último cheque de $8,426.
“Cuando mi papá llegó a Director Superior II fue una fiesta porque es algo que él se tenía tan merecido y había trabajado tan duro para lograrlo”, recuerda Rafael. “Estoy muy orgulloso de él por ser tan persistente y dedicado. Nunca quitó el ojo del blanco y se mantuvo siempre firme”.
“Cuando mi hijo avanza siento una gran alegría y satisfacción”, agrega José. “Le digo a Rafael: ‘Tienes el vehículo adecuado y debes manejarlo con cuidado porque tú eres joven y tienes toda la vida por delante, y si lo manejas con cuidado y constancia vas a llegar muy alto; vas a poder brindarle a tus hijos una vida increíble’”.
El equipo más unido
Para José y Rafael, Melaleuca es no solo el vehículo para salir adelante económicamente, sino también el objetivo en común que ha fortalecido su relación de padre e hijo.
“Lo mejor de todo es que tengo la oportunidad de formar un equipo con mi papá”, comenta Rafael. “Trabajar con mi papá es muy especial porque sé que todo mi esfuerzo lo beneficia a él; mis avances me llenan de doble satisfacción porque contribuyen a su negocio. Lo más valioso para mí es el tiempo que paso con él; ahora compartimos mucho más tiempo juntos como socios de negocios, que era algo que yo siempre había querido hacer”.
“Es fenomenal trabajar con mi hijo”, añade José. “Nos ayudamos mutuamente. Yo le doy aliento y él también a mí; nos damos ánimo para seguir adelante. Es muy grato trabajar con Rafael porque tanto él como los miembros de su equipo son muy trabajadores. Somos el equipo más unido porque estamos en contacto constante y nos ayudamos mutuamente”.
La unión hace la fuerza
Una de las actividades en las que José y Rafael ponen más énfasis es dar seguimiento constante a cada uno de los líderes y clientes de su organización. El dar seguimiento, afirma José, no solo fortalece la unión del equipo, sino que aumenta la fidelidad de los clientes.
“El seguimiento es fundamental en Melaleuca”, comenta. “Los nuevos inscritos necesitan que uno los llame y les extienda la mano. Yo llamo a mis clientes y a los líderes de mi equipo constantemente y me esfuerzo por ayudar a cada uno de ellos”.
“Ha nacido una gran amistad en nuestra organización; somos como una familia”, agrega Rafael. “Somos un grupo muy unido porque todos están dispuestos a ayudar a los demás y a las personas nuevas les abrimos los brazos, las capacitamos y les demostramos cómo desarrollar su negocio. Eso ha fortalecido nuestra organización y la ha hecho crecer”.
José y Rafael tienen bien en claro que el éxito de cualquier negocio Melaleuca se basa en ayudar a otras personas. Eso les produce mucha satisfacción, en especial cuando se trata de ayudar a un ser querido. Para ellos, Melaleuca representa una parte cada vez más importante de su vida.
“Melaleuca significa muchas cosas: un negocio real, mayor seguridad económica gracias al ingreso residual y mejor salud”, dice José. “Para mí Melaleuca significa el bienestar completo; tener la tranquilidad mental de no estar limitado con los ingresos; la satisfacción de tener una buena salud y ayudar a salir adelante a quienes necesitan ayuda”.
“Estoy sumamente agradecido a Melaleuca por darme la oportunidad de trabajar junto a mi papá”, concluye Rafael. “Ahora tenemos el vehículo para ayudarnos el uno al otro a alcanzar nuestros sueños”.