Las corridas de toros
“¡OLÉ!”, resuena el rugido de la multitud en la plaza de toros mientras el torero da un pase con la muleta. La embestida del toro es potente; el animal está herido y furioso. En el centro del gran ruedo, bajo la mirada expectante del público, se repite una vez más la lucha ancestral entre el hombre y el toro.
El toreo o las corridas de toros es una tradición inmemorial que consiste en lidiar toros bravos a pie o a caballo. Sus orígenes se remontan a la Edad de Bronce, pero las primeras corridas documentadas tuvieron lugar en España en el siglo XII y su expresión moderna —la cual perdura casi inalterable hasta nuestros días— surgió en el siglo XVIII.
Aunque España es su mayor exponente, las corridas de toros también se realizan con ciertas variaciones en Portugal, el sur de Francia y varios países de Latinoamérica, principalmente México, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Bolivia y Panamá. En casi cada uno de estos países existen plazas de toros antiguas y monumentales.
Normalmente, una corrida de toros se divide en tres partes llamadas “tercios”. Durante el tercio de varas, el primero de ellos, el matador torea con el capote de brega (una especie de capa pesada de color rosa) y un picador a caballo infringe puyazos en el lomo del toro con un arpón para medir su bravura y reducir su fuerza. En el tercio de banderillas, se clavan en el lomo del toro varas de colores con un arpón en la punta llamadas banderillas, las cuales pretenden avivar al toro a la vez que lo desangran. Por último, durante el tercio de muerte, el matador enfrenta al toro con la muleta (un paño ligero de color rojo), con la cual realiza pases artísticos a centímetros de la embestida del animal. Una vez que ha demostrado su maestría para lidiar al toro, el cual a estas alturas está prácticamente liquidado, da muerte al animal con el estoque, una delgada y fuerte espada de acero.
Desde sus comienzos como “espectáculo”moderno, las corridas de toros han sido causa de candentes controversias. Por un lado, la tradición taurina posee un gran peso cultural, artístico y popular; por otro lado, despliega abiertamente la tortura de animales inocentes. Se trata de una tradición que suscita tanto la fascinación de sus aficionados como la repulsión de sus detractores.
Una cosa es cierta: a lo largo de los siglos, el toreo ha perdurado como una de las tradiciones culturales hispánicas más antiguas. Sin duda, la pasión y la controversia que envuelven a la tauromaquia seguirán dando mucho que hablar. Mientras tanto, el hombre y el toro aún se enfrentan en aquel antiguo círculo; la sangre aún se derrama en la arena.